29.1.10

LA SUBJETIVIDAD DEL FUNDAMENTALISMO


Para nosotros aquellos partidos políticos que, en sus programas, nos pongan por delante las sotanas, el clero del nacional catolicismo, sin tener en cuenta lo objetivo de las demás congregaciones religiosas cristianas, con diferencias notables del catolicismo que, por obsoleto ya la constitución lo está poniendo en tela de juicio para ir caminando hacia una sociedad laica en la que el camino lo marque el Estado de Derecho, las libertades individuales y colectivas y no las influencias de los fundamentalismo religiosos de aquella religión fundada, como religión de Estado, por el emperador romano Constantino y retomada por el franquismo y que mantienen y parecen pretender perpetuar los que siguen tarados con el nacional catolicismo.

En resumen que las sotanas pasen a un segundo lugar, al de sus pulpitos en los centros de reunión religiosos, y la ciudadanía, como la de La Laguna, dejen de vivir pegados a las vestimentas de la Iglesia de Roma que para nosotros vienen condicionando al lagunero, al ciudadano en general de manera tal que, en sus manifestaciones de libertades, lamentablemente condicionadas y dirigidas por políticos demasiado pegados al sectarismo religioso se ven condicionados por ciertas indicaciones hacia el contar con los obispos de turno para todo, contrarios a que dejen de ejercer, de manera exclusiva, su influencia sobre el pueblo del Señor, un pueblo libre y constitucional y no bajo el clericalismo y la democracia orgánica franquista.. De ahí que nosotros aboguemos por aquello de Mateo 22/21 al César (Gobierno del pueblo-política) lo que es del César, a Dios lo que es de Dios (lo que exige la conciencia cristiana) que algunos políticos fanáticos utilizan el extremismo para imponer sistemas fundamentalistas que a lo único que conducen es a alineaciones clericales que suponen sociedades teocráticas y por ende alejadas de la Democracia que es el Gobierno del pueblo para el pueblo y no para estar siempre pendiente de la peana clerical de los altares para producir “La lucha, la violencia que es siempre la realidad política fundamental”, que diría J.L.Aranguren.

Se denomina fundamentalismo a distintas corrientes religiosas que promueven la interpretación literal de un texto «fundamental» (como por ejemplo el Corán o la Biblia) como autoridad máxima, ante el cual ninguna otra autoridad puede invocarse, y que debería imponerse sobre las leyes de las sociedades democráticas. En un sentido amplio, también se identifica con las corrientes anti-modernistas de distintas religiones. A veces se le confunde con el fanatismo o el mesianismo, o se le asocia con fanatismo o extremismo, aunque este último término se suele reservar para actitudes específicamente políticas. El término integrismo, que es el tradicional en el español que se habla en Canarias y para referirse a este fenómeno, está semánticamente muy próximo, aunque en una interpretación estricta, el fundamentalismo designa un fenómeno moderno (una forma de rechazo a las consecuencias secularizadoras de la modernidad, pero surgido desde la modernidad tecnológica), mientras que el integrismo promueve una respuesta tradicionalista: Oposición a la ciencia

Dicha doctrina contrasta en la mayoría de los casos con la moderna visión científica de la realidad, que cuestiona y pone en evidencia gran parte de los postulados de las Escrituras. La ciencia, desde la Ilustración, ha ido despojando a las religiones de autoridad en muchos campos; lo que unido al agotamiento del positivismo científico durante el siglo XX, habría llevado a sectores del ámbito religioso a una especie de "contraataque" con fuerzas renovadas por el desencanto ante las supuestas promesas incumplidas de una ciencia que sacaría a la raza humana de las miserias milenarias en las que se había visto envuelta de la cual, como canarios y laguneros de integración, nos vemos obligados a contribuir a fin de que esa especie de monopolio: obispo-clero católico y sus adláteres pudieran pretender, en pleno siglo XXI, hacer que La Laguna siga pegada a la Teocracia de quienes desean usar los sentimientos religiosos de los ciudadanos para seguir manejándolos a sus conveniencias político-económicas.

Esa Teocracia que durante la dictadura del franquismo contribuyó a pisotear los derechos de los ciudadanos y a tener que soportar que los curas, bajo palio, introdujeran en las catedrales a tanto vulnerador de los Derechos Humanos. Nosotros apostamos por algo diferente, por el cambio con significado y concepto de Estado de derecho constitucional que significa separación de poderes y, en absoluto, el clerical en el que el obispo católico y otros, como decía el inocente Desiteo: corten el bacalao. Ya los canarios y los laguneros somos mayorcitos para que traten de vendernos cuestiones que nos lleven a tener que manifestar: ¡no nos gusta ese caminar de la perrita de algunos y no concretamente de nadie!

Y, añadimos hablamos en general. ¡Hacer por La Laguna SI pero… con esquemas diferentes NO con los ya archiconocidos, del hartazgo!


FIDEL CAMPO SANCHEZ