19.1.10

HAITI


En el pasado fue una de las colonias más ricas del mundo. Fue un inmenso bosque de maderas valiosísimas. Los ingenios azucareros y demás plantaciones convirtieron a Haití en la principal colonia francesa durante el siglo XVIII gracias, como siempre a la explotación humana, los esclavos africanos que sustentaron, por la fuerza, toda esa riqueza mientras morían y actualmente mueren peor tratados que los animales irracionales. Un país víctima del expolio de los colonialistas franceses

La crueldad extrema de aquel régimen colonial francés tuvo su vuelta con las noticias de la revolución en la metrópoli, y en 1791 comenzó el levantamiento de los esclavos que llevó a Haití a ser la primera república negra del mundo. Aislada internacionalmente en sus primeros tiempos, en manos de gente ignorante, se cargó con una deuda respecto a Francia durante medio siglo crucial. La historia política de este pequeño país, su devastación ecológica y su degradación económica, es la suma de políticos nefastos -salvo excepciones- y de errores económicos sin tasa hasta la generalización de una cultura y economía de subsistencia, la estabilización secular de un analfabetismo inmenso, un 80% de población en paro, la mayoría de niños sin escolarizar y una miseria inmensa.

Según el índice mundial de percepción de corrupción que elabora Transparencia Internacional, llegó a ser uno de los diez países más corruptos del mundo. Se ha derrumbado Haití como un castillo de naipes en medio de una de las mayores catástrofes que la Humanidad haya conocido y necesitamos por obligación solidaria y de justicia aliviar su horror.

El Gobierno español, que ostenta en este momento clave la presidencia europea, se va a poner a prueba con una responsabilidad humanitaria histórica. Necesitamos que sea capaz de participar en un liderazgo mundial eficaz que aporte la ayuda humanitaria de urgencia, pero también fondos económicos desde la obligación de establecer cimientos racionales para un nuevo sistema social y político en Haití. Jean Metellus, escritor haitiano que escapó de su país en una de las incontables dictaduras, clama estos días. Pide la creación de un tribunal preventivo extraordinariamente severo para la corrupción y los robos, porque, en otro caso, la nueva-vieja corrupción podría transformarse en otro cáncer tan devastador como el terremoto.

Las élites mundiales han de cumplir el papel decisivo. Y sólo si anteponen el interés humano a las vanidades personales y a las ambiciones geoestratégicas se podrá organizar el operativo que imposibilite un nuevo-viejo Haití. Si los líderes guardan en sus pupilas la devastación que vemos impotentes en tiempo real, a lo mejor lo consiguen. Si nuestros líderes huelen allí la muerte tal vez no olviden. Como apoyo a su memoria podemos no olvidar nosotros, los ciudadanos.

Ya, afortunadamente, para que este país no pueda caer en manos del terrorismo de Al Qaeda, poner orden en el desorden, acertadamente y por cuestiones humanitarias, EE.UU ha enviado barcos hospital y 20 mil marines independientemente de lo que está haciendo Europa que es también a quienes corresponde ayudar y corregir errores de la potencia francesa.

FIDEL CAMPO SANCHEZ